Son las sales o los ésteres del ácido fosfórico. Tienen en común un átomo de fósforo rodeado por cuatro átomos de oxígeno en forma tetraédrica.
Los fosfatos secundarios y terciarios son insolubles en agua, a excepción de los de sodio, potasio y amonio.
Son compuestos indispensables en la formulación de los abonos minerales.
Su ausencia limita el crecimiento de las plantas. Habitualmente en
jardinería se utilizan abonos ricos en fosfato para inducir y fortalecer
la floración.
En la industria alimenticia los ortofosfatos (p. ej. en forma de fosfato de sodio) se utilizan por ejemplo en la elaboración de queso procesado.
Un aporte suficiente de fósforo en forma de fosfato es esencial para
el buen funcionamiento del cuerpo humano ya que interviene en los
procesos bioquímicos más elementales. En experimentos con ratas y ratones no se han detectado efectos tóxicos con dosis de hasta varios gramos por kilo de animal.
Los fosfatos forman una parte importante de la carga en las aguas residuales. Pueden ser eliminados por métodos fisicoquímicos precipitándolos con cloruro ferrico (FeCl3) o son retenidos en los fangos activos que se separan y luego pueden ser reconvertidos en compost para abonos orgánicos.
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